
Un pequeñito avance de Trampas de seda. Aquí lo tenéis.
Cuando apoyó la mano en el picaporte de la puerta le sintió a sus espaldas y una frustrante sensación de cobardía se apoderó de ella.
—Según tu criterio del sexo sin complicaciones… ¿repites dos veces con el mismo hombre? —sintió el cálido murmullo de su aliento junto al oído y Jodie cerró los ojos mientras elaboraba una respuesta que no acudía a sus labios.
—No, nunca repito —dijo al fin, con la voz trémula.
Cuando se atrevió a mirarle descubrió que le había agradado su respuesta. No estaba segura de la razón, quizás porque él prestó más atención a las formas que al contenido de ésta. Si se mirara a un espejo seguro que éste reflejaría la imagen de una mujer muy poco segura de sí misma. Molesta, quiso borrar la tenue curva que formaban sus labios masculinos.
—En lo sucesivo preferiría que fuera la detective Myles quien me informara sobre los avances del caso.
Consiguió el efecto deseado pero, en lugar de quedarse satisfecha, se sintió como una completa estúpida. Abrió la puerta y bajó los escalones hacia la arena. Ni siquiera el frío exterior templó su crepitante estado de ánimo.
—Jodie.
Le miró, estaba apoyado en el quicio de la puerta.
—Jamás permito que circunstancias personales interfieran en mi trabajo. Y siempre soy yo quien decide cómo hacerlo. Si no te interesa siempre tienes la opción de no contestar al teléfono.
La gravedad de su voz la hizo enmudecer y acentuar la sensación de estupidez que la invadía. No disponía de más réplicas, por lo tanto, enterró las manos en los bolsillos y huyó hacia el estacionamiento.